Nos encontrábamos en un micro sin saber donde bajar exactamente pero la suerte una vez más estuvo de nuestro lado: mientras todos los turistas bajaban donde les indicaba el chofer, una señora mayor nos explicó que convenía bajar más adelante así no hacíamos la interminable cuesta arriba que permite uno de los ingresos al parque. Llegamos a la parte más alta del Parc Gueill y lo recorrimos inversamente a como lo hace la gente. El lugar está buenísimo y además tiene una vista de Barcelona muy buena.
Salimos de allí, nos tomamos un subte y nos fuimos a ver el Camp Nou que no es ni más ni menos que el estadio de Fútbol Club Barcelona. Pagamos los doce euros que te cobran en la entrada y empezamos la visita guiada por el estadio. Las instalaciones la verdad que mucho no cuentan, pero cuando salís al verde césped te llevás una grata sorpresa al ver lo grande que es el estadio y lo bueno que está para ver fútbol. Terminamos la visita en un museo de fotos que estaban muy bien ciertamente (había una foto del Diego tomando mate con la Tota que se te helaba la piel).
Una vez afuera del Nou Camp, nos fuimos a cruzar con el Rocker (gran persona por cierto) que nos recogió en la estación de subtes de Sans para llevarnos a un bar donde íbamos a cenar todos juntos. El bar es un punto de encuentro donde se reúnen ellos para hablar de política y seguir manteniendo el sentimiento separatista pro Cataluña. En el bar y en la mesa después aparecieron unos vascos que habían estado haciendo trabajo social en las villas de Buenos Aires así que la charla se extendió hasta altas horas de la noche. Salimos del bar y nos fuimos a una fiesta punk en pleno barrio de Sans y de ahí con Marc de vuelta para Terrasa.
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