viernes, 21 de septiembre de 2007

07.09

Anteúltimo día en la ciudad de las luces. Levantamos campamentos las 10 con unos buenos mates (para no perder la costumbre, vió), un duchazo rápido y de raje a la estación de trenes que nos lleve al castillo de Versalles. Luego de unos 30 minutos estábamos en el castillo recorriendo los jardines de Napoleón y demás secuaces. No entramos al castillo porque había una hora y pico de cola así que nos conformamos paseando por los jardines que son de otro planeta.

Luego de tres horas emprendimos la vuelta para París. Nos bajamos del tren en el centro, seguimos recorriendo todo lo que podíamos y a eso de las 6 volvimos a la casa a encontrarnos con la comitiva organizadora.

Nos juntamos con Milou y a las 8 partimos para lo de Thomas a ver el partido del Mundial entre Francia y la Argentina. Al principio confieso que pensé que la iba a pasar mal, por el resultado y porque los locales y dueños de casa intuí que podrían burlarse de nuestra pobre patria, pero a medida que los minutos corrían un poco más lentos que la cerveza la onda fue ablandándose hasta terminar comiendo una parrillada y olvidandose todos del partido y porqué se habían reunido. A medida que pasaban las birras y los minutos la música iba subiendo y la gente se iba sumando formándose una pequeña fiesta en el tres ambientes de Thomas. La misma terminó luego que los vecinos se quejen reiteradas veces por el quibombo que había.
La solución a este corte abrupto de emociones fue fácil: todos a bailar. Así que unos en bici y otros en subte partimos para O GLOBE, que es un boliche buena onda dentro de París. Nos quedamos hasta las 4 bailando cualquier cosas hasta que pintó el sueño y volvimos en taxi para la casa.

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